jueves, 24 de febrero de 2011

El posible último verso a ella

Hora póstuma

Sera acaso cierto que solo una vez en mi vida me vendí a alguien de manera real. No lo sé a ciencia cierta.

Que entre a su vida, a veces disfrazado. Que disfrazado no fui bueno pero hice el intento.

Que naturalmente nació y nace una sonrisa con la suya, con su infinita esencia.

Siento que no necesito pensar, reflexionar o motivarme para entregar mi vida en una promesa por aquella persona.

Sentir que mis palabras debían trascender el lenguaje pues en mi conciencia, mi moral se mostraba así, o tal vez quería que fuese así para que no se mezclen en el rio de las otras, de la de lobos, de las de él.

Me declaro esclavo de los ojos vivos, de los ojos de ella, creo que en ello se basa mi juicio. Sus ojos dormidos que miraban a otro lado eran mi anhelo, mi promesa de felicidad.

Muchas veces en mi vida me he estrellado contra la disolución de una ilusión mas esta penetra este silogismo, lo quiebra penetrando mi propio amor propio.

De que lógica me puedo sustentar si cada día me siento tentado a raptarte, a llevarte lejos de su limitado amor.

Que podrá saber el del amor si no te ve como yo junto a la luna y el mar.

Que podrá darte el si no está dispuesto a morir en fuego por un segundo a tu lado.

Muchas veces pensé en lo ilógico humano ficticio y soso que veras mis versos que lanzo a tu pecho. Muchas veces me vi desfigurado de crítica al verme lanzado a esa lava que serán los recuerdos de tus conocidos.

Me gustaría saber que hice mal, que me falto para poder reclamar tus besos. Que hice en mi imberbe actuar para no poder oler tu cabello, mirar tus labios.

Pido perdón por no ser ese, quien mueva tus latidos. Por ser un soñador torpe que pelea en su adentro por nacer nuevamente para ti.

Algún día sabrás que eres tu quien motiva estas palabras.

No, nunca lo sabrás.

Nuestros eternos acuerdos me impiden decirte que eres la que roba mi idea de felicidad cada cierto tiempo.

Y debo decir cada cierto tiempo, porque conozco a cada quien con intención de crear eso.

Eso que tú hacías con solo sonreír ausentando tu deliciosa voz.

Era eso.

Era eso lo que muchos llaman locura, lo que muchos llaman estupidez, lo que tú y yo vivíamos.

Eso creía yo.

Ilusión.

Ambición.

Me resulta difícil encajar en alguna de estas barcas aquello que sentía.

Si tan solo una vez oyera de ti algo, un indicio, una silaba, un sonido de tu dulce amor. Juro hoy y mañana, en mi más maduro yo que no pararía, así la muerte, así la vida, así lo oscuro para tenerte.

Pues nadie entendería nunca lo que es esto, lo que eres tú. Lo que soy y lo que fui yo ante ti.