lunes, 1 de marzo de 2010

la depresion, la vida




Caustica, maniatica, embelezada -casi como un ferrocarril que avanza sin tregua por encima de la calma del silencio- vi por estas horas del dia, los dias anteriores y este, la poca comodidad con los resultados que yacen empollandose en mi vida.

Soy un liberador de palabras: he contado a sendos amigos, mi facilidad, casi indomable para caer en la otoñal depresion, esta depresion que se va y se viene. La mayoria presenta, de manera segura y confiable , su verdad acerca de las causas claras del origen certero de una depresion.

Sucede que estas no encajan con mi mal, este es naturalmente temporal y visceral.

Como si fuera poco, mi vida cae rendida de manera parasitaria ante la extension de las repercusiones del veneno. No puedo entender como puedo quedarme absorto, sin fuerzas herculeas, para poder dar una decente vuelta a este proceso de males y caidas infinitesimales.

Yo culpo -en ciertas ocasiones, como la de estos malditos dias- a mi propia mente enredada, mi mente que no puede escapar de la belleza, de la inocencia, de esos celos -con rasgos juveniles y verdaderamente memorables- hacia personas que ame, que veo siendo tocadas en las cinturas.

Ahora entiendo que mi alma consigue algunos objetivos, tiene nuevos caminos y virtudes, pero se golpea en los recuerdos de cosas que pasan, cosas que sabieno que sucederan la embaino y la vuelvo a engullir en mi garganta -por afan de sentir, o querer sentir nuevamente la pureza, a la que poco a poco me voy volviendo agnostico- viendome todo muerto, mientras miro a esa persona tratandome de lelo.

Estoy a un paso de olvidar a Bianca, a dejar de escribir este seudonombre en mi cabeza, por que es egoista, es posesiva -tiene ese aire de juventud que se alimenta de los corazones de otros, que cree que tiene felicidad en toda muerte-.

Mi vida se maneja, como dije, por nuevas sensaciones y actitudes, pero se lleva tambien por viejas remebranzas, antiguos caminos que recorro por creencia en los perfecto y bello.


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